martes, 6 de mayo de 2014

La importancia de los cuentos en Infantil

El cuento se considera un rico instrumento que ayudará al niño  a construir sólidas estructuras en su fantasía, a reforzar su capacidad de imaginación y creatividad, a ampliar el mundo de la experiencia infantil,... 


Los cuentos son el elemento formativo por excelencia de nuestro carácter, personalidad y forma de vida.

Nos muestran los bueno y lo malo, lo digno y lo innoble, lo que vale y lo que corrompe. La exposición de estos contrapuntos frente a los niños o niñas permite que estos profundicen por sí mismos en estos modelos como prototipos ideales, muy opuestos a los que puede ofrecer la televisión. 


Satisfacen y enriquecen la vida interna de los niños y niñas. Esto es debido a que los cuentos se desarrollan en el mismo plano en el que se encuentra el niño o niña, en cuanto a aspectos psicológicos y emocionales.  
Los cuentos aportan a la imaginación del niño o niña nuevas dimensiones a las que le serí­a imposible llegar por si solo.


Generalmente, proporcionan seguridad al niño o niña porque le dan esperanzas respecto al futuro por cuanto mantienen la promesa de un final feliz. Además, son capaces de ofrecer soluciones a los conflictos del niño o niña, ya que sus contradicciones internas son representadas y expresadas mediante los personajes y las acciones de la historia. Esta representación permite que al niño o niña se le hagan comprensibles muchos de sus sentimientos, reacciones y actuaciones que todaví­a no entiende ni domina y que son capaces de llegar a angustiarle. Los cuentos o fabulas ayudan al niño o niña a vencer presiones internas que lo dominan Los cuentos posibilitan que el niño o niña exprese sus deseos a través de un personaje; obtenga una satisfacción a través de otro; se identifique con un tercero; tenga una relación ideal con un cuarto; y así­ sucesivamente.



La reivindicación del valor educativo del cuento no es una simple moda. No hay ni ha habido en la historia un pueblo sin relatos. Únicamente, la modernidad y la tecnología parecen haber alejado el interés de los niños y niñas hacia ellas. Es necesario rescatar su papel en la transmisión de experiencias y conocimientos, en el fomento de la capacidad crítica frente la sociedad en que vivimos, y en la explicación del mundo y la vida con el objetivo de darnos nuevas esperanzas.  


El cuento posee infinidad de valores educativos. Algunos de ellos pueden ser:
 -          El cuento posee un poder inmensamente maravilloso, ya que a través de él todo lo que el niño o la niña conoce cobra movimiento y actúa con formas irreales, mágicas e incluso absurdas que llenan su universo mental de matices evocadores. 
-          Los cuentos, llenos de situaciones y personajes reales o fantásticos, permiten al niño o la niña evocar mental y verbalmente. El poder de la palabra y el gesto del narrador les confieren una magia y un sabor indescriptibles. 
-          El niño, desde bien pequeño, sabe que lo que se le cuenta no es real pero lo acepta alegre porque cuando lee o escucha un relato no está buscando certezas ni confirmaciones científicas de la realidad, sino puertas para penetrar en el agujero negro de la fantasía, la irrealidad y los imposibles satisfechos. 
-          El niño  que vive el acto aparentemente pasivo de escuchar, confronta constantemente lo que oye y lo que podría haberle ocurrido a él. En esos instantes, se está produciendo un verdadero acto de comunicación durante el cual el niño  ha captado tan intensamente el argumento que le está ofreciendo el adulto que narra que necesita hacérselo saber con su contacto físico, pues todavía es demasiado pequeño para expresarlo con palabras. 
-          En el cuento, el niño proyecta sus necesidades y temores. Nos pedirán que les contemos una y otra vez aquel cuento que les da seguridad y confianza. La narración no interesa tanto por su valor literario como por el mágico encuentro del pequeño con el otro, madre, padre o maestro/maestra, con el que se fusiona. 
-          El relato ayuda al niño  a evadirse de la opresión del entorno, de los atroces peligros del crecimiento y la respetabilidad. Los cuentos no dicen que la vida sea ideal, tranquila, armónica, siempre gratificante: dicen que para quien lucha bien, la vida es posible sin dejar de ser humana. 
-          Cercano a sus padres, el niño descubre la maravilla de la palabra escrita y siente el deseo de conocer los códigos de la lectura, esos pequeños dibujos que llamamos letras y palabras. Cuando el adulto le lee o cuenta el niño hace predicciones sobre lo que sigue y poco a poco organiza el cuento en su memoria. Si el padre responde a sus preguntas, el niño se volverá activo y se interesará por los libros. Más tarde, apoyándose en las ilustraciones, reproducirá la experiencia de la lectura.  
-          El acercamiento a los cuentos populares incorpora al niño o la niña a una cultura trasmitida oralmente que él puede comprender y hacer suya. Además, el cuento posee un potencial didáctico enorme y clave en el desarrollo global e integral del niño o la niña.   



La función de la familia con respecto a los cuentos, además de lo comentado, será, a través de él, descubrir junto con el niño o la niña un apasionante mundo de fantasí­a. Ver cómo expresa su angustia ante la pócima de la bruja, sus deseos de llegar al castillo antes que el dragón, sus ansias de salvar a la princesa… y finalmente la recompensa de un final feliz. Los cuentos  favorecen, por tanto, las relaciones interpersonales Esto sucede en el momento que "contamos" y no en el momento que "leemos" un cuento. Es preferible que contemos cuentos a los niños y niñas en vez de leérselos porque, al contarlo, nosotros podemos intervenir como narradores en la historia y el niño o niña como oyente. Contar un cuento es un acontecimiento interpersonal en el que el adulto y el niño o niña son capaces de participar por igual, por lo que fortalece el ví­nculo creado.


Los cuentos proporcionan confianza Algunos de los cuentos modernos tienen desenlaces tristes que, después de los hechos aterradores que se han presentado a lo largo de la historia, no proporcionan el alivio necesario al niño o niña ni le dan la energía suficiente para enfrentarse con sus desventuras. Si no hay este final alentador, el pequeño, después de escuchar el relato, sentirá que no existe ninguna esperanza para solucionar sus problemas o dificultades; un final feliz es imprescindible en todo cuento, como ya hemos mencionado anteriormente.  


En los cuentos tradicionales, este equilibrio en medio de las energías del bien y del mal, que acaba siempre por inclinarse a favor del primero, hace surgir en el niño o niña la esperanza de que los episodios más o menos desafortunados o desgraciados de su vida irán disminuyendo de intensidad y acabarán por desaparecer; que hallará una suerte más propicia y que, finalmente, encontrará aquella persona o cosa que lo mantendrá al abrigo de cualquier peligro. Algunos finales de cuento representan la forma más perfecta de existencia deseada por el niño o niña. Por esta razón son tan importantes los cuentos tradicionales que tienen un desenlace feliz, como: Caperucita Roja, Los Tres Cerditos, etc. Es precisamente su final feliz lo que hace de estos cuentos una narración muy adecuada para ser contada.  


En definitiva, los cuentos tienen un poder extraordinario. Los niños y niñas se benefician de las enseñanzas del cuento de forma inconsciente y si intentamos reducir su riqueza, lo único que conseguiremos es que el relato no sea eficaz, y que pierda muchas de sus múltiples ventajas y de sus valores.  
Y recordad: "Todo aquel que lee, deja en un cajón de sus recuerdos una anécdota más para su existir.!


2 comentarios:

  1. Qué poder tienen los cuentos!! No sabía que sirvieran para tantzas cosas

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  2. A mi hija le encantan los cuentos

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